Todos:
...y seguimos aquí, presentes, preguntándonos:
¿Porqué estamos en un lugar
donde otros no quieren estar?
Es más fácil morir
sabiendo que alguien permanecerá cerca,
ese alguien somos nosotros.
Aceptamos el desafío que nos propone cada despedida.
Aceptamos ser leales a las verdades más simples.
Aceptamos nadar en el misterioso sufrimiento de alguien que no
conocemos.
Te miro y los dos sabemos todo.
Juro que no te dejaré solo.
No cruzaré contigo, pero iré hasta donde pueda ir.
Y mirándote a los ojos sin esconder mi tristeza,
encontraré una vez más, tu alma bella.

Religiosos:
...y el cura acomodó todo su ser alrededor de la niña que era
mamá. Dispuso su alma en torno a ese cuerpo lastimado. Se estiró
junto a ella y ubicó entre ambos al bebé que iba a quedar sin madre.
Debíamos garantizarle que el bebé no quedaría sólo.

Voluntarios:
“Mi atención está puesta en la persona.
Trato de transmitir serenidad, confianza, amor. No es fácil, me cuesta,
me moviliza.

Pero cuando veo esos rostros transformados por la enfermedad, recobrar
belleza y paz, mi corazón se pacifica y me lleno de un profundo
gozo y gratitud por sentirme llamada a realizar esta tarea de acompañar
el Morir-Vivir”.

Médicos:
“Acompañé a mi abuela enferma durante un mes hasta su muerte.
Ese momento único despertó en mí el interés hacia los cuidados que
merecen las personas en el momento de mayor vulnerabilidad.
Cuidar en equipo. Cuidar junto a otros”.

“Después de tantos años viviendo en mi profesión, nunca sentí tanto
el sentido de la misma. Esto me hace deudor, no sólo de las personas que
nos fueron confiadas misteriosamente, sino también, de mis compañeros.
Cada uno a su modo, me ayudaron a entender algo más”.

Enfermeros:
“Rodolfo, mi compañero, emocionado como todos los demás, dijo:
Por favor, déjennos pasarlo a la camilla a nosotros.
Él consideraba que ése era el último deber que los enfermeros teníamos
para con Antonio, ya fallecido. Yo creo que era nuestra última
caricia.
Y los cuatro enfermeros, lo pasamos de la cama a la camilla de
traslado, y lo ubicamos con todo nuestro amor, lo trasladamos con
toda delicadeza”.

“Todos encontraron un lugar para ser, portando con orgullo su vocación”.

“Responder al dolor, a la injusticia, a la dureza con que la vida
enfrenta a algunas personas, intentando compartirlas, que se hagan
más llevaderas, sintiendo que estamos en el mismo barco inexorablemente
solidarios, en la presencia y en el abandono.

Al cumplirse el primer año, todos percibimos la necesidad de
hacer un alto, y un balance de lo vivido. Agradecer lo recibido y
meditar sobre los errores cometidos. Perdonar y perdonarnos, para
empezar siempre...”.
RESPUESTA Y CAMINO
DR. ARMANDO GARCÍA QUEROL